BERRI TXARRAK – Navarra Arena, Iruña/Pamplona – 23/11/2019
11.500 personas. 3 horas de absoluto directo. 9 discos. 39 canciones. 6 músicos. Datos técnicos que aun siendo relevantes, no explican lo realmente importante: “Berri Txarrak sentimendu bat da”– reiteró en varias ocasiones el cantante de la banda Gorka Urbizu. Los Berri son puro sentimiento. Una fuerza melancólica que cubre todos los aspectos y espectros del rock. Una pequeña banda, de un pequeño pueblo, que ha evolucionado de manera natural hacia cotas insospechadas. Cosechando los frutos de un trabajo sincero y que ha visto cómo sus filas crecen disco tras disco, y año tras año. 25 años de música y recuerdos que llegan a un parón indefinido.
El ambiente que se respiró en el Navarra Arena fue muy especial. Una noche para celebrar la música. Con una sala casi abarrotada, el grupo iruindarra Leihotikan abrió la velada. Nadie quería perderse ni un sólo minuto del histórico evento. Berri quiso que la noche fuese especial, y la canción elegida por la banda fue Eskuak, de la mano de Gorka en solitario. Agradeciendo de esta manera la pasión mínima exigible a sus seguidores. El primer aplauso del público fue para el riesgo de trabajar juntos por este mundo. Las canciones de Berri Txarrak siempre reflejaron fielmente el momento en las que fueron escritas, en Eskuak/Ukabilak no podía ser de otra manera.
Galder rompió el aplauso con la entrada de Gelaneuria y David se encargó de comprimir al máximo cada esquina del recinto. Sonido contundente y agresivo. Una producción suficiente para que todos los asistentes disfrutasen de su fiesta. Las canciones fueron cayendo una tras otra, cubriendo todos sus discos y caldeando el ambiente con cada tema. “Cantad. Gritad. Llorad” – alentaba Gorka a su público al comienzo de Jaio. Musika. Hil., el disco que les hizo subir ese complicado peldaño. Ellos subieron muchos más.
La noche era especial. Un grupo que canta en euskera ante 23.000 personas en dos días consecutivos, en una ciudad donde el alcalde prohíbe actos culturales infantiles en euskera. Un idioma cooficial por ley. Por ello, “pese a quien le pese”, como se dijo desde el escenario, la noche fue una celebración. Una divertida versión de Pirritx eta Porrotx puso a bailar al personal y a la ciudad, para que su alcalde tomara buena nota.
Ikusi arte despidió el primer bloque de bises. Una canción especial que han recuperado de su repertorio para dar nombre a esta “última” gira y que luce nostálgica en las enormes pantallas del escenario. Sorprende que un grupo en lo más alto de su carrera musical tome este tipo de decisiones, alejándose de su proyecto predilecto. El éxito de esta gira no es un espejismo fruto de esta amarga decisión. Berri Txarrak lleva años completando aforos en las míticas salas del estado y girando alrededor del mundo.
Gorka, de nuevo en solitario, iluminó la noche con una versión acústica de Maravillas. Miles de pequeñas luces le acompañaron y gritaron a la injusticia el nombre de su tierra, desde el fondo de sus corazones. Nuestros ojos rejuvenecieron 15 años cuando la formación original de Berri Txarrak tomó el escenario: Goiko, Aitor, Rubio y Gorka.
Stereo e Ikasten sonaron como nunca antes lo habían hecho. El tiempo y el trabajo de la banda han esculpido estos temas convirtiéndolos en grandes clásicos. El público enloqueció. No paro de saltar, gritar y llorar, como antes enardeció el cantante. Rubio solo tenía en mente una cosa; que toda la arena se sentara en los compases iniciales de Ikasten y de un salto, la locura se desatase resonando entre las paredes de la sala de una manera insuperable. Los miembros actuales, tan importantes o más que los fundadores, regresaron al escenario para despedirnos con una bofetada de rock. David nos liberó con el tema internacional Denak ez du balio para destrozar nuestras cuerdas vocales.
Llego el fin del concierto. De gira, de disco, de grupo, de era. Una vez más Oihu, eterna en los sets de Berri, despedía una noche apoteósica. El público gritó cada sílaba como si fuese la última vez que lo hacía sintiendo que la posibilidad estaba muy presente. Por eso, los que tuvimos la suerte de asistir a su último concierto, quisimos dejar un trocito de nosotros en aquel preciso momento, y en aquel preciso lugar. Beti arte Berri Txarrak.
HAIEN BERRI ONAK, GURE BERRI TXARRAK DIRELAKO.
Texto y fotos: Héctor Urdin y Ander Feligreras