¡El imperio de las barbas contraataca! MONOLORD + KADAVAR. Garaje Beat Club. Murcia, 9-11-18.
LOS FISIOTERAPEUTAS SE HARÁN DE ORO…
Tras la “experiencia” que fue ver a los americanos ELDER la noche anterior, dentro del emergente ciclo de rock “Callosa&Roll”, y por si no teníamos bastante dolorido el cuello y lastimado el espinazo, Madness Live! nos ofrecía otra sesión especialmente diseñada para tomar unas cervezas y dar cabezazos a gusto (manteniendo el líquido elemento dentro del vaso en lo posible), nada menos que de la mano de los suecos MONOLORD y de los teutones KADAVAR, a quien éste que firma tenía muchas ganas de ver hace bastante tiempo. Hay bandas que, por razones desconocidas, se te hacen escurridizas, esquivas, y ésta es una de ellas, así es que cogimos el concierto con ganas… y a fe que no salimos defraudados.
MONOLORDRitmos machacones y guitarrazos poderosos son la marca de presentación de MONOLORD, una banda de stoner-doom-sludge que llega desde Gotemburgo y que un día editaran ese pedazo de trabajo llamado Empress Rising que les ha marcado como grupo a seguir dentro del estilo. La guitarra y la voz de Thomas V Jäger, la batería de Esben Willems y el bajo del finlandés Mika Häkki, montan todos juntos un muro de sonido muy efectivo, enérgico y lleno de “obstinatos” como losas que no dejaron indiferentes a las docenas de asistentes que nos empezábamos a congregar en la muy coqueta y ya fundamental sala murciana “Garaje Beat Club”.
Fueron cayendo como losas “Cursing the One”, “Lord of Suffering”, “Wormland”, “Rust”, y la aclamada “Empress Rising” que conformaron un bolo algo corto en lo que a duración se refiere, pero sin duda intenso, buena preparación para lo que se venía encima. Tras verles en vivo, no me queda otra que recomendaros esta banda vivamente. Encima, como viene siendo habitual en el género, venden sus trabajos en muy cuidadas ediciones en disco de vinilo, lo que les hace aún más especiales.
KADAVAR
Y con extrema puntualidad, aparecieron sobre las tablas las picas alemanas llamadas KADAVAR, dispuestas a no hacer prisioneros, como se suele decir. Se entregan totalmente, se dejan la piel en escena para agradar a sus fans con su explosiva actitud… y eso, verdaderamente, se agradece. Por cierto, que me llamó bastante la atención la disposición en escena de la banda, inusual, totalmente en línea, sin que la batería esté más atrás, sino también al frente, lo que coloca a los tres músicos como verdaderos protagonistas en un plano de igualdad, repartiendo tralla literalmente en la cara del respetable.
La presencia en escena de la banda es tremenda, no sólo por la altura de los músicos, sino también por el propio espectáculo visual, sin alharacas, pero poderoso, y, en lo sónico, lleno de distorsiones de guitarra con wah-wah, batería animalesca y bajo distorsionado de forma casi “gutural”. Sin duda, las miradas del personal iban del headbanging del Tigre Bartelt a los parches, a los salvajes movimientos del Lobo Lindemann, quedando casi en un segundo plano las ondulaciones del bajista, el Dragón Bouteloup.
El sonido, creo que fue de más a menos, ya que, limpio al principio, se fue enmarañando un poco a medida que transcurría el bolo, pero en ningún momento estuvo mal del todo. Transcurridos unos temas, harto ya de la gente que levantaba sus teléfonos (no hay ni un solo minuto en los conciertos en que no haya alguno arriba) Christoph Lindemann le espetó al público que a un concierto se viene a disfrutar, que ellos estaban montando una fiesta de rock and roll y que dejaran los jodidos telefonitos para otra ocasión… ¡me ganó!
Los cuatro primeros trallazos no dieron tregua: Skeleton Blues, Vampires, Living in Your Head e Into the Wormhole ya cautivaron al personal y dieron comienzo al fiestón lisérgico en que se convirtió el concierto. Purple Sage, Doomsday Machine e Into The Night no fueron a la zaga.
Los momentos de desenfreno, de distorsión con wah-wah que ofreció Lindemann con sus compañeros “venidos arriba”, nos pusieron los pelos de punta, y tras una aclamada “Die, Baby, Die”, nos fuimos de Murcia con la sensación de que habíamos disfrutado de una gran noche… y nuestras cervicales daban fe de ello con sus insistentes quejas. ¡¡Tremendos!!
NOTA: como somos unos enfermos, y el bolo terminó a muy buena hora (¡¡bien hecho!!) aún tuvimos tiempo para ver al bluesman australiano ROB TOGNONI en la sala La Gramola de Orihuela y echar un par de birritas más. No tenemos remedio…
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