GARAGE SOUND FEST, RIVAS VACIAMADRID – SÁBADO – 15/07/2017
Segunda jornada, sin tanto calor, y repleta de bandas clásicas como Extreme, Thunder o Ugly Kid Joe
Tras una buena primera jornada, estábamos sobradamente preparados para afrontar los platos fuertes que nos esperaban este segundo día, que no hizo sino confirmar las buenas sensaciones vividas en el primero. Vamos a adentrarnos, sin más preámbulos, en las bandas de este sábado.
LOS BRAZOS.
Con menos calor que el día anterior, hasta el punto de que ya se podía respirar, el trío vasco fue el elegido para abrir fuego. El pasado año les veíamos en Vitoria bajo una pertinaz lluvia, así es que éste fue el concierto del contraste perfecto… aunque también les hemos visto en sala: tres veces en un año no está nada mal. En cualquiera de los formatos, cubiertos, al sol o mojándose, es buen rock and roll sin florituras lo que nos dan William y sus muchachos. Si a eso añadimos que sus comentarios son simpáticos y “graciosetes”, tenemos en pie un show que siempre es más que agradable presenciar.
De sus discos “Welcome” y “Gas”, desgranaron un buen puñado de temas que fueron calando en un público fiel y participativo a pesar de la hora y los grados. Destaco “Say my Name” y “Fearless Woman” de entre las canciones escogidas para el breve bolo. Siempre es un placer ver en acción a una banda que, sin ser grandes virtuosos, nos ofrecen un buen show y nos dejan con una sonrisa en la cara, bien preparados para el siguiente concierto.
BARBE-Q-BARBIES.
Desde las gélidas tierras finesas llegaron estas chicas con su hard rock agradable hasta el infierno de Rivas. Para colmo, cantante y bajista en estado de gravidez, la primera bastante avanzada… con lo que las quejas sobre el calor y las comparaciones con su Finlandia natal fueron constantes en el escenario. Hasta Niki “Rock” Tuskassa (voz) se tomó las circunstancias a coña, bromeando sobre que con el calor había que beber mucha cerveza… y ella había bebido demasiada, acariciando su ya enorme barriga.
Siempre con una sonrisa en la cara, con bastante actitud y con buen sonido, aunque un poco disparados bajo y bombo, la banda hizo las delicias de sus incondicionales que, en buen número, se agolpaban sobre el escenario buscando una sombra que, a esas horas, empezaba a alargarse en diagonal sobre el recinto. Quiero destacar la labor tremenda a los parches de Niina Klemetti, que no sólo aporreaba, sino que hacía unas espectaculares voces altas y coros; puedo decir que el grupo se apoya mucho sobre ella. Como contrapartida, se notaron bastantes limitaciones en la guitarra solista Kaisa Karjalainen.
TERRORVISION.
En mi caso, era la actuación que menos cuadraba con mis gustos, pero fueron muchas las personas que disfrutaron con el concierto de la banda de Tony Wright, recordando melodías que fueron famosas en los 90 y que cobraban actualidad en Rivas el pasado sábado. Un Wright que tiene que perder de 4 a 6 kilos por concierto, porque la verdad es que no paró ni un solo segundo de saltar, correr y moverse por el escenario a sus casi 50 años, haciéndose dueño y señor de él junto con un Leigh Marklew al bajo que, con su traje blanco sin camisa y sus gafas negras estilo “la mosca”, atrajo junto con Tony, todas las miradas del personal.
Abrieron de manera demoledora con “Alice, What’s The Matter”, coreada por casi todos los asistentes. “My House” fue otro trallazo de un concierto que sonó algo difuso (era difícil distinguir los teclados). Luego destaco “American TV” y el final con la archiconocida “Oblivion” pusieron patas arriba el escenario en una fiesta de saltos y piruetas de Wright, al que aún le quedaba gasolina. Realmente se vio que querían darlo todo, que tenían ganas de escenario, sin duda; tal vez fuera el bolo que derrochara más energía de cuantos hubo este sábado, aunque el último de la noche no le fue a la zaga.
UGLY KID JOE.
De sorpresa podemos calificar la actuación de la banda de California. Personalmente, su disco “America’s Least Wanted” es de lo poco de los 90 con cierto rollo alternativo que me llamó la atención en su día, y aún hoy sigo disfrutando de los temas, pero no esperaba más que la “reedición” algo mermada, de una buena banda de hace 25 años. Nada más alejado de la realidad. Vimos a un grupo en forma, un Whittfield Crane de pelo muy corto con muy buena voz, y unos guitarras que clavaron los sonidos de la época. Además, el sonido acompañó y pasamos un concierto de p.m. rememorando viejas canciones como “Panhandlin’ Prince”, “Goddamn Devil”, “Neighbor” (con la que empezaron) y la mil veces tocada y saltada “Everything About You” que fue una fiesta total.
En el lado baladero, no podía faltar “Cat’s In The Cradle”, el tema de Harry Chapin que versionaran en el citado disco de 1992. También hubo temas de otros discos, como “Jesus Rode a Harley”, y una versión del clásico “Ace of Spades” de MOTÖRHEAD. Si no me equivoco, no tocaron un solo tema de su último trabajo de 2015… y me he puesto un poco de mala leche cuando me he enterado de que, en Barcelona, hicieron “Mr. Recordman” cantada por Klaus Eichstadt… pero es un festival y no se puede tener todo; al menos, no un setlist de concierto en sala, como fue el de la Ciudad Condal.
En resumen, un buen concierto que nos trajo reminiscencias de cuando teníamos 20 años y saltábamos al ritmo de estos tipos un tanto modernillos, pero que supieron hacer buenos temas en unos momentos en los que el grunge se aprestaba a dominar la música.
EXTREME.
Quizá los cabezas de cartel absolutos del festival, Gary, Nuno, Pat y Kevin se hicieron un conciertazo, vaya esta afirmación por delante; aunque tengo que decir que un Cherone delgado en exceso, con las venas marcadas y en un aparente mal estado físico, necesitó apoyo de los excelentes coros de Bettencourt y Badger. Sin embargo, en ocasiones nos sorprendía con una voz clara, con sus agudos en su sitio, saltando, moviéndose y haciéndonos ver que su apariencia externa no se correspondía con su forma física y vocal. ¡Desconcertante!
El primer trallazo fue “Get the Funk Out”, con un histriónico Cherone que hizo las delicias de los fans… pero mis delicias personales (me encanta “III Sides to Every Story”) empezaron con la intro grabada a cuerdas de “Rest In Peace” en una gran interpretación vocal y con un Nuno que no parece de este mundo. El portugués nos obsequió con acrobacias perfectas, velocidades imposibles (pero en las que oyes todas las notas), sonidos de guitarra inimaginables, variedad infinita de riffs ágiles, melódicos y vacilones… y así podría seguir hasta mañana, pero ya es esta crónica lo suficientemente larga y aún quedan dos bandas, jajaja. Un crack. Del mismo disco (sorpresa) atacaron “Am I Ever Gonna Change”, y tras unos temas más, llegó la esperada “More Than Words”, cantada más por el público que por el propio dúo. El tema, creo que algo más bajo del sol mayor original, funcionó, aunque los hay que lo aborrecen de tan escuchado, jeje, dejando extasiada a la protagonista audiencia.
“Cupid’s Dead”, “Hole Hearted”, un solo de otro mundo de Nuno y “Decadence Dance” pusieron final a un concierto estupendo, pero aún quedaba una sorpresa: “Warhead”, el tema que abre “III Sides” fue el bis elegido. A mí me gusta mucho, pero reconozco que dejó a la gente un tanto fría porque no es un hit para cerrar una actuación. Tal vez por eso, el cierre definitivo fue con un innecesario “We Are The Champions” que sí me dejó helado por superfluo y que, encima, quitó algo de tiempo a la siguiente banda. No quiero exagerar, pero, en cierto modo, fue una forma de “fastidiar” un bolaco como un piano.
THUNDER.
Los británicos se han ausentado de España una buena temporada y, de repente, en 2017, nada menos que tres bolos en nuestro país, y en tres festivales diferentes. La banda se crece cuanto más tiempo le dejan en el escenario y, aunque en esta ocasión sólo tuvieron una hora, y ni siquiera tocaron su bis de costumbre “Love Walked In”, su concierto fue de los mejores del festival; para algunos, el mejor. Y es que THUNDER ya tienen interiorizada la elegancia de su música, hard rock melódico con guitarras afiladas (Morley y Matthews) y una base rítmica (Childs y James) que soporta con mucha clase el aluvión de vatios que lanzan las Gibson. Y por encima de ellos, la voz de un Danny Bowes que está en un momento dulce, cantando mejor que nunca. Le vi en Alemania en abril y, estando bien, no me acabó de convencer, pero en las dos actuaciones en España a las que he podido asistir este año, ha estado mágico, afinado, dando notas altas como si tuviera 20 años menos y, sobre todo, con un gusto para cantar que pocos tienen.
Comenzaron con fuerza: “Wonder Days”, título de su anterior disco, para empezar el show. De su mejor disco, “Behnid Closed Doors” (para mí) sonó “River of Pain” y luego la genial “Resurrection Day”, de “Wonder”. La banda fue alternando temas nuevos de “Rip it Up” con canciones de siempre, como “Higher Ground”, y dos momentos a recordar fueron “Low Life in High Places”, cantada por el público con Bowes, y “Serpentine”, tema sobre el sexo de mordaz letra en la que los asistentes tuvimos también gran protagonismo.
El final llegó sin poder atacar el bis por razones de tiempo, y nos quedamos con el cencerro de Ben y la vacilona “I Love You More Than Rock and Roll”. A los que adoramos a THUNDER nos supo a poco esa hora escasa que les pudimos ver, pero compensa el hecho de que pudimos hablar brevemente con Chris y con Danny; lástima que me pillo sin móvil… y nada de fotos. Bueh, no me quejo: tres veces en un año… ¡no está nada mal!
NASHVILLE PUSSY.
El culmen del festival estaba concebido para romperlo todo. Tras una sesión de bailes sensuales, nada mejor que el rock and roll puro y salvaje de la banda del reverendo Blaine Cartwright y de su Ruyter Suys… sin olvidar la gran labor de Bonnie Buitrago al bajo y las voces.
Estos energúmenos del R&R salieron a escena a no hacer prisioneros desde el primer momento, dándolo todo y sin parar de repartir estopa a diestro y siniestro, con las pausas justas para hablar o soplar de la botella de Jack Daniels (Cartwright también echó una cerveza a su sombrero y bebió de él), porque lo importante es la música sin tregua. Temas como “Piece of Ass”, “Hate and Whiskey” o el himno “Go, Motherfucker, Go” nos volaron tanto la cabeza que el bolo se nos hizo corto a más de uno. Final apoteósico de los de Atlanta en plan burro, con Suys por el suelo, rompiendo las cuerdas de su Gibson y mostrando lo que es actitud rockera.
En resumen: gran evento, buenas bandas, buen sonido, calor extremo, precios altos, pero no al nivel ridículo de otros festivales o conciertos que muchos tenemos “in mente”, comida quizá escasa y, por demás, cara, buena organización, espectáculos complementarios interesantes, buen trato a los medios, asistencia manifiestamente mejorable… Ese sería el resumen express del Garage Sound Fest. Ese, y lo que habéis leído sobre las bandas, que no es poco.
¡Al año que viene más!