Kataklysm, Hypocrisy y The Spirit en Madrid: Una noche terrorífica
La noche de Halloween fue la elegida por HYPOCRISY y KATAKLYSM para visitar Madrid, una excusa perfecta para que los dos combos volvieran a la carretera para deleitarnos con otro de sus incendiarios directos cargados de actitud, buen rollo y vibrante death metal. Como compañeros de viaje contarían con una banda joven germana, THE SPIRIT, quienes en octubre de 2017 ponían en circulación su álbum debut “Sound From The Vortex”.
A media tarde, a las 19,15 horas, estaba previsto el inicio de las actuaciones, de modo que cuando aparecieron en escena unos 100 espectadores les esperaban. Pese a ello, THE SPIRIT salieron muy motivados y dispuestos a aprovechar su oportunidad, ofreciéndonos una desquiciante sesión de Black/Death.
Con la introducción de rigor y con un simple saludo, el cuarteto se posicionaba en escena para hacernos sucumbir con “Cosmic Fear”. Sustentando su sonido sobre la sólida pegada del batería MS, el combo germano se mostró como un descomunal engranaje de facturar metal ardiente y maligno, tal y como demostraron en “The Clouds Of Damnation”.
Tampoco faltarían durante su descarga algunos toques técnicos, como los que marcarían las elaboradas progresiones de “Cross the Bridge to Eternity”, con ambos guitarristas repartiéndose las tareas solistas mientras su aplastante sección rítmica nos golpeaba inmisericordemente. Mucho más rápida, y con reminiscencias a OBITUARY, sonaría el enfermizo “Illuminate The Night Sky”. El retorno sobre las sonoridades más densas y cadenciosas llegaría de la mano de “The Great Mortality”, que nos hacía agitar la cabeza mientras MT escupía desafiante sus tortuosas estrofas.
Veteranos, indestructible e inclasificables. A lo largo de su dilatada carrera HYPOCRISY han evolucionado y modificado su estilo en innumerables ocasiones, aunque siempre manteniéndose fieles a sus raíces y a su marcada personalidad, algo que les ha convertido en una banda única e irrepetible. Quizás nunca hayan jugado en las grandes ligas como algunos de sus coetáneos, pero lo que nadie puede discutirle a la formación canadiense es la calidad técnica de sus composiciones y ese toque distintivo que les hace ser tan especiales.
Un monitor con el clásico logo de la banda nos anunciaba que Peter Tägtgren y sus muchachos serían los siguientes en aparecer en escena. Tras la introducción, la banda tomaba el escenario para desatar la euforia en la pista con la arrolladora “Fractured Millenium”. No nos darían ni un segundo de tregua, así que tras diluirse el primer pogo de la noche, la fiesta proseguiría con un serio Horgh aporreando su kit para comandar “Valley Of The Damned”, que nos dejaría el primer alarde de un Tomas Elofsson que se mostró enorme durante todo el show.
Pese a ser el último en entrar en la formación, lo cierto es que Tomas se mostró perfectamente integrado con sus compañeros, destacando especialmente la coordinación con Peter en temas como el vertiginoso “End Of Disclosure”, que se convertiría en la excusa perfecta para hacernos cantar a todos mientras la banda proseguía su viaje por el más allá.
Para rematar una actuación y la actitud de unos seguidores que se entregaron al máximo, el cuarteto optaría por dos piezas clásicas dentro de su repertorio, “The Final Chapter” y la inevitable “Rosewell 47”, que hacía que toda la sala coreara al unísono el nombre de la banda en un final desquiciante, con los músicos entregados mientras el pogo se hacía cada vez más intenso y despiadado.
Con los ánimos muy caldeados tras la demoledora descarga de los suecos, un público expectante tomaba posiciones frente al escenario. Así que, tras unos minutos en los que el escenario quedó desierto, los protagonistas de la noche reaparecían empuñando sus instrumentos para agitar al personal con el ímpetu metalero del novedoso «Meditations», que desde el mismo arranque convertía la pista en un campo de batalla. Como en ellos suele ser habitual, el cuarteto se mostró expeditivo y muy dinámico sobre las tablas, intercambiando constantemente sus posiciones mientras Maurizio Iacono sellaba la alianza con sus incondicionales al atacar con «Narcissist».
Y es que, pese al inexorable paso del tiempo, el vocalista sigue conservando esa actitud gamberra, luciendo su maligna sonrisa. Pero si alguien pensaba que esta nueva etapa iba a significar una ruptura con su glorioso pasado no podía estar más equivocado, ya que el grueso del repertorio de esta noche estuvo salpicado de viejas favoritas como «Of Ghost and Gods» o «Fire», que hacían retumbar los cimientos del local mientras Jean-Francois Dagenais alzaba desafiante su guitarra.
La segunda muestra de su última obra correría a cargo de la corrosiva «Guillotine», cuya discreta acogida contrastó con la algarabía que provocó «Outsider». Para reivindicar sus raíces más netamente death metaleras optarían por «Manipulator Of Souls», que acabaría fundiéndose con el adictivo «Shadows And Dust».
El momento de contemporizar los ánimos del personal llegaría al adentrarnos en la cadenciosa intensidad de la pieza “…And Then I Saw Blood”, nos adentrábamos en la recta final del show con un celebradísimo “Blood In Heaven”, que se convertiría en la antesala perfecta para el icónico “At The Edge of the World”, que propiciaba que la sala se viniera abajo. Cuatro pedazo de músicos haciendo nuestras delicias durante una hora y díez de muchos quilates.
Vaya cronica mas mala, faltan temas de hypocrisy en la cronica, unos cuantos ademas, y son suecos, no canadienses.