PISTOLAS, ROSAS, POSTUREO Y CRÓNICAS REGULERAS EN EL VICENTE CALDERÓN
El regreso de GUNS N’ ROSES, al detalle
(Q&A para fans de Guns N´Roses insatisfechos con las crónicas reguleras de los conciertos en nuestro país)
¿Ya habéis leído que se nota que Axl y Slash no se hablan? ¿Habéis leído que el grupo fue profesional? ¿Habéis leído también que no tenían que haber tocado canciones del «Chinese Democracy» porque no las conocía el público? ¿No echáis de menos las impresiones de alguien que siempre haya perdido el culo por esta banda y que haya soñado con este momento? Vamos a por ello. Y vamos a empezar, desde esa perspectiva, respondiendo a esas cuestiones – que parecen ser de una importancia vital para algunos – con una ronda rápida de preguntas. Si no estuviste allí, eres fan de GUNS N´ROSES como yo, y quieres saber qué pasó realmente el pasado 04 de Junio en el Vicente Calderón, yo te lo digo rápido:
– ¿Se nota tanto que Axl y Slash no mantienen una relación de amistad?
SÍ ¿y qué? ¿Es que acaso la mantuvieron durante sus años de gloria? NO; de hecho, seguramente ahora se lleven mejor que entonces. Esta gente ha madurado, ya no son unos críos, y no hay disputas de egos. Cada uno está en su sitio, sabe por qué, y juega su papel a la perfección. Quizá Slash transmite más que nunca la sensación de ser un mercenario a sueldo, pero desde finales de los ochenta este dúo no ha tenido una estrecha relación, ni sobre los escenarios, ni tras ellos, así que no entiendo qué esperaban algunos. ¿que se abrazasen frente al público y rompieran a llorar pidiéndose disculpas y brindando con una copa de «nightrain«? lo siento, pero esto NO puede ser así. De hecho, una parte de la magia, del halo, o como queráis llamarlo, sigue ahí, y hace de esta reunión aún más GUNS N´ROSES… y me refiero a eso mismo. Esa amarga sensación de saber que no todo son rosas, de no haber visto a la banda haciendo alardes de colegueo, a fin de cuentas, le brinda al show un punto auténtico y ciertamente morboso, que son dos adjetivos que siempre fueron de la mano de la esencia de los gunners.
Ya al margen de esto, ¿acaso son amigos Steven Tyler y Joe Perry? ¿Gene Simmons y Paul Stanley? ¿Lo eran al final Ritchie Sambora y Jon Bon Jovi? No. La diferencia es que Axl y Slash se ahorran el protocolo. Punto para esta pareja.
¿Qué tal sonaron GUNS N´ROSES sobre el escenario?
GENIAL.
¿Ofrecieron una actuación simplemente correcta y profesional?
NO. Fue más y mejor que eso. Quizás algunos esperaban algo de otro calibre, pero los tres gunners que se están presentando ante el público de todo el mundo desde el verano pasado rondan los 50-55 años de edad, y nadie debe olvidarse de que cuentan con un pasado turbio, lleno de excesos y vicios que poca factura les han pasado, visto lo visto. Para empezar, hay que destacar al absoluto jefe sobre el escenario, la pieza clave para que esto tenga sentido y quien sostiene todo el peso de la reunión, es de quien menos se está hablando: el señor Duff McKagan. El rubio de Seattle, hijo predilecto de los Pistols y el punk más esencial de los 70, mantuvo el tipo y nos regaló una interpretación continua cargada de fuerza, actitud, saber estar y ejecución impecable. Sin él, todo esto se quedaría en anecdótico. Pero Duff está ahí para poner paz, tranquilidad y entrega en el espectáculo. Y así lo demostró.
¿Y Axl Rose?
Axl Rose ya ni es, ni volverá a ser el que fuera durante la corta e intensa trayectoria de los Guns que pusieron el mundo patas arriba. Ahora bien, en el Vicente Calderón sí pude ver a una versión más parecida a aquel jovenzuelo salvaje que las otras cuatro veces que he tenido oportunidad de disfrutarle sobre un escenario. El tiempo que ha pasado junto a Angus Young ha llenado ha llenado al vocalista de disciplina y de profesionalidad. Poca excentricidad demuestra ya, más allá de cambiarse de sombrero, de chupa, o ponerse y quitarse las gafas de sol según le de. Ni discursos, ni impuntualidades, ni actitudes arrogantes de cara a la galería. Lejos de darnos la espalda, Axl se mostró sonriente, simpático y muy entregado. No dejó de acercarse al público ni de buscar la mirada de los que se agolpaban en las primeras filas (luego hablaré de estos, porque el tema se las trae).
¿Y su voz?
Para que os hagáis una idea, ya no es el torbellino que era en sus tiempos mozos; no conserva la garra que aún tenía cuando volvió a los escenarios en 2006 con aquellas horribles trenzas, pero sí lo hace mejor que durante su última etapa con los «falsos» Guns N´Roses a principios de esta década. El cantante utiliza sabiamente sus recursos, equilibrando bastante bien su capacidad física para moverse por el escenario con las partes más exigentes de algunos temas. Ejemplo: Durante el exigente final de «Coma«, lo vimos dejarse el culo, ahogándose por momentos, para estar a la altura. No pudo defender como en el disco los dos minutos de agudos, y se notó, pero se reservó para regalarnos un increíble grito final a la cuál el estadio en conjunto respondió con una calurosa ovación.
¿Qué tal Slash?
Lo cierto es que el guitarrista de la chistera es quien parece estar más rezagado con todo esto de la reunión, aunque también es cierto que es difícil adivinar hasta que punto, ya que el músico siempre ha sido parco en palabras y muy poco comunicativo, más allá de los rizos que cubren su rostro la mayor parte del tiempo. Lo que ofreció en directo es lo mismo que ha hecho siempre, solo que desde hace años lo viene ofreciendo sobrio, y por lo tanto, mejor. Su interpretación, en términos técnicos, no es impecable, porque nunca lo ha sido; sin embargo tiene Slash conserva ese algo que lo hace único e irrepetible. Ya desde bien pronto, cuando llegué al estadio, pude escuchar al grupo probando sonido con «Attitude» y «Estranged«, la cual tocaron repetidas veces, y no pude evitar emocionarme al reconocer «ese» sonido suyo. Hay guitarristas mejores, y guitarristas peores, pero ninguno consigue que las canciones de GUNS N´ROSES suenen como le suenan a él. Su actitud fue algo más apática que la del resto de componentes del grupo, pero lo que veníamos buscando, lo tuvimos: poder escucharle tocar lo que es legítimamente suyo.
¿Y el resto de músicos?
Genial. Salvando algún momento muy puntual, Richard Fortus, Frank Ferrer, Dizzy Reed y Melissa Reese, hicieron una labor impecable a los instrumentos y lograron «desde las sombras» ponerle los temas en bandeja a los tres protagonistas para que solo tuvieran que preocuparse de ser ellos mismos en la media que les apeteciera. Un notable alto para ellos.
¿Qué hay del set list?
Bueno, aquí no podía llover a gusto de todos, pero en líneas generales el repertorio estuvo a la altura de lo que podría esperar alguien que haya disfrutado de GUNS N´ROSES en todas sus etapas, incluyendo la última. No hubo grandes sorpresas para quienes vigilábamos de cerca los temas que la banda ha ido descargando durante lo que llevan de gira. Sin embargo, «Civil War» o «Out Ta Get Me«, sonaron como si nadie se las esperase. Como fan de la banda, no sé qué hubiera quitado o añadido en el set list, pero lo que escuché me agradó, y quede satisfecho. «Estranged«. «Mr. Brownstone«, «Coma«, el arrollador arranque de show con «It’s So Easy» o el apoteósico final con «Paradise City» eran asignatura obligatoria y cumplieron con su cometido en toda regla.
Por mucho que algunos quieran desmerecer la causa, Axl, Slash y el bueno de Duff no se han reunido por la pasta. Lo han hecho por la música, lo han hecho por su legado, y lo han hecho por sus fans. Lo han hecho porque así debía ser. Otras bandas que no son tan criticadas por esto sí lo hacen por la pasta, porque la necesitan, o por codicia. Pero GUNS N´ROSES no. ¿Por qué no? Porque los tres miembros originales que han participado en este acontecimiento, sin tener que volver a mover un dedo en su vida, tienen y tendrán una cantidad ridículamente descomunal de dinero hasta el último minuto de sus vidas. Igual que hicieron METALLICA y otros grupos, GUNS N´ROSES supieron montárselo de tal manera, que sus cuentas bancarias siguen engordando a diario, cada vez que en algún lugar del mundo suena una canción suya o se vende una copia del «Appetite for Destruction«. Y sus egos han sido tan grandes, que ni el dinero ha podido con ellos. Porque podían y pueden permitirse excentricidades de este calibre.
Además, el set list de esta gira, habla por si solo, y el que conozca la historia de esta banda, lo entenderá: Sin ir más lejos, ¿de verdad creéis que a Slash le gusta tocar canciones del «Chinese Democracy«? ¿De verdad creéis que lo haría por pasta, después del odio mutuo que había entre él y el loco? Claro que no. Ha accedido porque ha considerado que la ocasión lo merecía. Luego tenéis temas como «Coma«, que Axl reconoció haber incluido en los conciertos para satisfacer al guitarrista, ya que la música del tema es de este, (y es una de sus canciones favoritas de la discografía de la banda), aún sabiendo que le iba a costar comprometer la credibilidad del estado de sus cuerdas vocales, tal y como ha demostrado. Por la pasta no señores. En todo caso por la música, quizá por ellos mismos, o quizás por los fans. Pero por la pasta NO.
(Foto: Jerónimo Velasco)
¿Qué fue lo peor del concierto entonces?
No me tiembla el pulso a la hora de afirmar que la actuación de GUNS N´ROSES fue un sobresaliente, y que hay mucho «tiquismiquis» a la hora de escribir sobre música. Seguramente la versión instrumental del «Wish You were here» de Pink Floyd no alcanzó la sutileza que los más exigentes podrían esperar, y seguramente, con la pluma en la mano preparada para criticar, Axl no canta como en sus mejores tiempos y a veces le faltó potencia (A VECES). Seguramente, los temas del «Chinese Democracy» sobraron, y la magia distendida que veíamos en los VHS del «Tokyo Dome´92″ o en aquel concierto en París que todos nos grabamos de Antena 3, ya no sea tan mágica. Pero para mí el principal punto negativo de la velada, fue una gran parte del público. Sí amig@s, el dichoso postureo me jodió el concierto en gran parte. No pude evitar sentir tristeza al ver a tanto espontáneo que se había comprado la camiseta y la entrada al mismo tiempo para aparecer apropiado en la foto de recuerdo. Esa gran masa que acude a estos eventos, a los Rolling, a Bon Jovi, o a Metallica, igual que van a ver U2, o a Coldplay, por la simple razón de «hay que ir» o «hay que verlos«. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de lo que le venga en gana, pero la pasión juega un papel muy importante en la música, y por supuesto, en el sagrado Rock and Roll. Y lo malo no es que hayas venido a ver a GUNS N´ROSES a esperar que toquen «Welcome to the Jungle«, «november Rain«, «Don’t Cry» y «Knockin´on Heaven’s Door» (que no es suya, por cierto) y los cuatro temas que has escuchado en Rock FM y en los anuncios de la TV. Lo malo es que estás ahí parado, impidiendo que yo pueda acercarme más al escenario a ver a mis ídolos de la infancia. Sin cantar, sin entender qué está pasando. Hubo gente que nos miró sorprendida al ver que nos sabíamos cada verso de cada tema y que los cantábamos como si la vida nos fuera en ello… y peor aún, hubo gente en el dichoso Golden Circle que se molestó cuando otros no pudimos evitar saltar, bailar y agitarnos al escuchar temas que nos han acompañado desde que teníamos uso de razón y que soñábamos con poder vivir en directo, mientras ellos estaban en la disco o escuchando a Alejandro Sanz. Si quieres estar tranquilo y parado, no vengas a las primeras filas de un PUTO CONCIERTO DE ROCK AND ROLL a pedir compostura a los que vivimos esto como Dios o Lemmy (¿sabes quién es?) manda.
Guns N’Roses ofrecieron un concierto a la altura de lo que se puede esperar de un grupo que tiene plena consciencia de sus posibilidades, sus circunstancias y su estatus actual. Lejos de cualquier excentricidad, la banda salió al escenario a contentar al respetable y se mostró a gusto en todo momento. El que esperase más y mejor, no tendrá otra que fabricarse una máquina del tiempo y viajar al New York Ritz en el 88…
En definitiva, amig@s: he visto a Axl y a «sus falsos Guns n´Roses» dos veces, y me han gustado. He visto a Axl con AC/DC. Pero nunca he sentido que me llevara un premio a la altura de la pasión y el entusiasmo que he gastado por GUNS N´ROSES desde que era un crío; esa recompensa o reconciliación conmigo mismo de poder decir: por fin he visto al que fue el grupo de mi vida. Pero hoy, dos días después, puedo morirme un poco más tranquilo. Dos días después, aún sigo en una nube, y puedo decirlo con la boca llena: he visto a GUNS N´ROSES. Lástima por aquellos que merecíais estar y no estuvisteis. Lástima aquellos que no lo merecían, porque no supieron disfrutarlo, y ocuparon vuestro sitio. Si os sirve de algo, aunque no os conozca, yo SÍ estuve allí e hice lo mismo que hubierais hecho vosotros: aferrarme a cada segundo de una noche mágica, y sobretodo, ser feliz.