Yngwie Malmsteen pasea su arrogancia por las tablas de la Razzmatazz barcelonesa
Pocos personajes hay más engreídos y petulantes que este guitarrista sueco. Muchas figuras reconocidas de nuestra música favorita han sufrido de “estrellitis aguda” al despuntar en lo suyo, sobre todo a tempranas edades, pero que a sus cincuenta y cinco años el señor Yngwie Malmsteen siga paseando su arrogancia por los escenarios me parece tristemente lamentable. Ya nos advertían en taquilla, al recoger nuestro fotopase, que hoy no tenía un buen día el señor Malmsteen, con lo cual podíamos esperarnos cualquier cosa durante nuestra estancia en el foso.
Efectivamente, tras aguardar un retraso de quince minutos tras la hora anunciada, no estuvimos allí ni tres temas, que son los que habitualmente pacta la organización de los eventos para que podamos realizar las instantáneas. Terminada la segunda canción, el guitarrista nos señala con un gesto desafiante y nos invita a salir del foso por donde hemos venido. No una, sino dos veces…
Haciendo buen alarde de su hambre de protagonismo, otro aspecto que hace único al virtuoso seis cuerdas es la forma en que se presenta delante de la audiencia. Frente a un muro de amplificadores Marshall, el sueco sale a escena acompañado de su inseparable Stratocaster y dando pataditas a sus púas para que el público se pelee por alcanzarlas. Y en una esquina del escenario, como un espectador más, la banda de acompañamiento. Pero cuando digo esquina es esquina, literalmente. Ya puestos, propongo que toquen desde el backstage. Total, no dispondrían ni de un triste foco que les alumbrara durante la hora y tres cuartos de descarga. Ni siquiera durante el solo de batería de Mark Ellis.Acompañado de bajo, cantante/teclista y batería, a los que iba dando alguna que otra orden durante el concierto, Yngwie Malmsteen procedía entonces al lucimiento exclusivo de su ego y figura frente al público catalán. Hay que decir que el sueco se encuentra en buen estado de forma. Hacía diez años que no pasaba por Barcelona, y la verdad es que el tío está igual, al menos bajo la luz de los focos. El teclista, Nick Z Marino, introdujo “Rising Force”, a la par que animaba al respetable, y seguidamente apareció el icono nórdico. El mismo teclista, poseedor de un gran talento como intérprete, la cantó, hasta que esta fuera mutilada a las primeras de cambio. Con “Spellbound” e “Into Valhalla”, Malmsteen comenzó a enfilar una actuación que en su mayoría sería instrumental.
El bajista Emilio Martínez, entretanto, ejercía tímidamente de presentador, hasta que el jefe regresaba a escena para interpretar “Soldier”, haciendo referencia al último plástico del guitarrista, “World On Fire” (2016), con Yngwie a la voz principal, para después dar paso a la balada “Like An Angel (For April)”, nuevamente mutilada para introducir el “Badinerie” de Johann Sebastian Bach. Con las orquestas pregrabadas, la faceta más clásica del guitarrista tuvo lugar con la interpretación de piezas como la mencionada anteriormente además del mítico “Adagio”, de Niccolò Paganini. En “Seventh Sign”, por su parte, Yngwie regresó a la voz para compartir tarea junto a Nick Z Marino.
Tampoco faltaron las míticas instrumentales “Far Beyond The Sun”, “Trilogy Suite Op. 5” ni “Overture”, todo un lujazo en directo. Asimismo, la primera parte del concierto se cerraría con otro clasicazo de la talla de “You Don’t Remember, I’ll Never Forget”, cantada en su tiempo por Mark Boals e interpretada a la perfección, nuevamente, por Nick Z Marino. “Black Star” y “I’ll See The Light Tonight”, finalmente, pondrían el broche a la actuación.
De lo más destacable del concierto de Yngwie Malmsteen ayer en Barcelona, nos quedamos, indudablemente, con el extraordinario estado de forma con el que el guitarrista cuenta en la actualidad. A pesar de su odioso carácter, disfrutamos viéndole tocar con esa facilidad que le caracteriza, mientras ofrece al respetable su amplio catálogo de gestos y posturitas.
Por el contrario, echamos en falta la presencia de un frontman. Si bien Tim Owens no casaba estéticamente con la clase del guitarrista sueco, cierto es que en su última visita pudimos ver a una banda sobre las tablas. Nick Z Marino está totalmente desaprovechado, y lo mismo sucede con el resto del grupo, pero bueno, ellos sabrán lo que hacen… No todos los días le ofrecen a uno ser cantante, bajo o batería de Yngwie Malmsteen, aunque sea arrinconado en el escenario sin un triste foco que te arrope. El otro punto negativo es la manía que ha cogido este hombre de capar la voz a los temas clásicos, pero claro, no vaya a ser que Nick Z Marino le quite protagonismo a la estrella si se los deja interpretar como mandan los cánones… Sea como fuere, Yngwie Malmsteen volvió a sobresalir como uno de los grandes virtuosos del heavy metal que es. Ha creado escuela y un estilo propio, por eso hay que verle, aunque sea una vez en la vida.