Gran jornada del Ripollet Rock en su veintiséis edición
Los 26 años ininterrumpidos de Ripollet Rock hacen que este festival sea una auténtica rara avis dentro del panorama rockero hispano. Es el festival de heavy metal más longevo y, encima, siempre ha sido gratuito. Desgraciadamente en esta ocasión todo apuntaba a lluvia y eso hizo que el número de asistentes distara bastante del de la otra edición, con Loudness como cabezas de cartel. Una tormenta eléctrica visible en lo alto estuvo acompañándonos durante toda la jornada nocturna, amenazante y espectacular, pero ninguna gota cayó en Ripollet.
Mejoras, pero menos gente
La gran novedad fue la barra adicional haciendo que las colas fueran inexistentes en la presente edición. Como puntos flacos, que la cerveza sin alcohol se agotara ya durante la actuación del segundo grupo o que Crazy Lixx no llevaran nada de merchandising. Los puntos fuertes son los de siempre: El Ripollet es un festival que cierra o abre la temporada (según cómo se mire) y para muchos sirve para socializar y reencontrar amigos a los que ves una vez al año, precisamente en el “Ripo”.
We Exist Even Dead exhiben músculo y dientes
En cuanto a lo musical, los catalanes We Exist Even Dead abrieron fuego a base de riffs abrasivos, mucha actitud y sonoridades que van desde el death core a momentos más In Flames. Llevan un merchandising de lujo con unas camisetas realmente atractivas y un look que se acerca a los Suicidal Tendencies. Show algo irregular por momentos con coros pregrabados algo flojos y con un tímido Wall of death a media actuación. Son un quinteto que transmite fuerza y la parte final del show fue realmente buena. A destacar cortes como “Meet No End”, “Decrowned” o esa primeriza “Self-Reflected” que les quedó imponente.
Hard Buds son los Airbourne catalanes
Hubo un retraso por problemas con las luces y lo sufrieron precisamente los gerundenses Hard Buds, toda una agradable sorpresa. Ya de primeras uno piensa que son los Airbourne catalanes y las dudas se despejan cuando en el tercer tema atacan la versión “Runnin’ Wild” de los australes. La voz de Rob es totalmente parecida a la de Joel O’Keeffe y en “Take It Easy” queda todo patente. Gran sonido y concierto por parte de un grupo activo con un Lex al bajo que parece un poseso. “Are You Ready”, “Thunderstorm” y sobre todo “It’s Only Rock and Roll” amenizaron la velada en un show que se hizo muy corto y nos dejó con ganas de mucho más. Quizá al grupo le falte algo más de personalidad propia y un sonido más genuino, pero si te va el rock n’ roll es imposible que te quedes quieto.
Crazy Lixx, puro sleazy rock desde Suecia
Los suecos Crazy Lixx mejoraron con creces lo conseguido en Calella hace casi un año. Esta agrupación de hard rock con raíces echadas en Skid Row y Mötley Crüe convenció con creces a un público ávido de rock festivo. Una intro maquinal abrió las puertas a “Wild Child” con dos plafones enormes en los que se leía “Ruff Justice”, el título de su nuevo disco de estudio. Danny Rexon cuajó un gran directo apoyado por esos coros enlatados y continuando con la excelente “Hell Rising Women”. En “XIII” Danny lució la máscara del célebre asesino Jason para luego atacar “Riot Avenue” y “Lock Up Your Daughter”. La banda suena empastada y tiene mucha movilidad a la vez que tema tras tema van perdiendo capas de ropa. Pudimos disfrutar de trallazos de la talla de “Rock and a Hard Place” o “Blame I ton Love”, aunque fue con “Whisky Tango Foxtrot” cuando consiguieron convencer al público definitivamente. Se despidieron luciendo abdominales y torso con la intensa y 100% Skid Row “21 ‘Til I Die”.
Royal Hunt maestros de la clase y la elegancia neoclásica
Siempre me preguntaré el por qué Royal Hunt no llegaron en su día al Olimpo pues realmente lo tenían todo para triunfar. Esta banda danesa, con líder ruso y cantante norteamericano, se presentaba a una reválida después de que en su última visita en Barcelona solo fuéramos unas 40 personas. Después del comeback de D.C. Cooper vuelven a estar en una gran forma, incluso en estudio. “Last Goodbye” sonó descafeinada por sonido y entrega pero pronto el combo le fue cogiendo el pulso al directo. “A Millions Ways to Die” funcionó con ese derroche de teclas. Hasta 5 teclados lleva el divo ruso en escena. “Wasted Time” evidenció que los clásicos encandilan y que D.C. Cooper está en un gran momento.
Mucha comunicación con el público y grandes momentos en los solos combinados de teclado junto a la guitarra de Jonas Larsen. “Tearing Down the World” fue la primera gema del “Paradox”, viéndose continuada por dos joyas de esta segunda etapa con D. C. Cooper al frente: “Hard Rain’s Coming” y “Half Past Loneliness”. El regusto neoclásico es evidente y sublime a pesar de que los coros pregrabados restaron muchos enteros al show. Imposible olvidar esas giras con las dos chicas haciendo los estratosféricos coros para Cooper. “The Last Soul Alive” nos recordó que su nuevo disco “Cast in Stone” merece la pena, aunque “Cold City Lights” reivindicó ese olvidado “Fear”. Cooper se bebió de un trago una cerveza de las primeras filas ante la ovación de la gente. Luego, “Message to God” recuperó otra vez el “Paradox” y “A Life to Die For” puso el punto final a base de clase y elegancia.
Hubo un bis con “Fistful of Misery” ya con la banda muy relajada. Cervezas en mano y cigarrillos para terminar un show que se hizo corto y en el que siempre echamos de menos temas imprescindibles. La discografía de esta gente es para enmarcar.
Serenity se meten en la división de honor del power metal
Mi última experiencia con Serenity fue en 2016, acompañando a Powerwolf, y esta vez volvieron a subir el listón. Excepcional show de power metal con un grupo que juega sus bazas con maestría a pesar de que cada vez suenan más a Kamelot. Gran Georg Neuhauser a las voces en la hímnica “United” repuntada por los coros de D’Amore y el teclista. No llevan pregrabados y sus temas tienen pegada y enganchan como “Spirit in the Flesh” en el que Georg y Fabio D’Amore comparten tareas vocales. Me encanta D’Amore al bajo como a las voces, es pura personalidad y entrega aparte de ser un músico excepcional. Pueden sonar a refrito entre Sonata Arctica y Kamelot en muchos momentos, pero canciones como “Iniquity” poseen fuerza y condimentos suficientes para convencer.
Georg pidió una cerveza gigante, pero le dieron una pequeña. Ideal para comunicarse con la gente con su español de nivel A1. La épica dominó el escenario en “Hero” bajando las pulsaciones. Y en “The Fortress (of Blood and Sand)” nos dejó con la sensación de que Serenity han vuelto a escalar posiciones y que están en su mejor momento hasta la fecha. Otro de los grandes momentos sería “Lionheart” con ese regusto épico con gaitas enlatadas.
Tuve que marcharme entonces para casa, pero con la sensación de que esta banda está ante una nueva etapa muy prometedora. Les sientan bien los grandes escenarios y su power metal es muy puro y engancha, a pesar de que tira de tópicos de manual.
Gran final para un Ripollet que nunca decepciona y que se supera edición a edición, cartel a cartel. Ya con ganas de ver con que nombres nos sorprende la próxima edición.