Calella RockFest@Fabrica Llobet- Calella (Barcelona) // 12-13/10/2018
Un ejemplo a seguir
Tremendo fin de semana, puente incluido, el vivido recientemente en la localidad barcelonesa de Calella. Dos días de sensaciones, cervezas, reencuentros, nuevos amigos, cervezas, rock and roll y cervezas. El “CALELLA ROCKFEST” es un ejemplo a seguir dentro de los festivales españoles “humildes”. Creo que es, precisamente, esa humildad la que les hace enormes: gran cartel en el que priman las bandas modestas pero sinceras y de calidad, excepcional sala (Fábrica Llobet), puntualidad, puestos de comida, bebida y “merchan” perfectamente organizados, charlas, fotos y cañas con los artistas… de ensueño.
Quiero destacar también que “el Calella” no es un festival al uso: no hay prisa, no hay sets de 45 minutos… El hecho de que tengamos cuatro bandas cada día nos permite ver shows enteros, setlists completos, sin recortes, donde los grupos se pueden explayar y hacernos disfrutar sin las restricciones de tiempo, incluso los recortes a los que nos vamos acostumbrando sin remedio en otros eventos que todos tenemos ahora mismo in mente. Por eso es una pena que no asistiera más gente. Siempre he sido muy malo para calcular, pero estimo grosso modo que seríamos entre 275 y 325 personas en una sala, coqueta donde las haya, con un aforo de mil quinientas…
El único punto algo flaco de los dos días fue el sonido, caballo de batalla de tanto y tanto festival. Excesivamente fuerte y, en muchas ocasiones, estruendoso, muy poco claro, enmarañado, perjudicó en cierta manera el espíritu de bandas como, por ejemplo, HELLSINGLAND UNDERGROUND, que requieren un sonido más fino y estilizado, más claro y transparente que el que necesitan bestias salvajes del rock como NASHVILLE PUSSY. Tal vez el bajo techo de la sala tuvo su parte de culpa… Tal vez el equipo no era el adecuado… Pero como digo, fue el único asunto a mejorar de las estupendas dos jornadas que vivimos en la localidad costera catalana, muy cerquita de la provincia de Gerona. Enhorabuena a Rock on the Rocks, organizadores del evento.
VIERNES 12 DE OCTUBRE
DRY RIVER
Con la etiqueta de ser, hoy por hoy, el grupo más interesante del rock progresivo español, los de Castellón salieron a escena enfundados en sus ya “tradicionales” trajes color burdeos de la gira de su último trabajo, que nos lleva nada menos que al año “2038”. Les vimos hace poco en otra cercana sala, y la verdad es que nos dejaron mejor impresión entonces. La destreza de sus músicos es incontestable: tocan de maravilla, conjuntados, perfectamente empastados, y logran presentarnos sus temas con una fidelidad asombrosa. Por otro lado, las canciones tienen una calidad de la que pocos grupos españoles pueden hacer gala, mezclando pinceladas de rock, metal, jazz, funk, y todo ello de forma muy acertada, pero… el humor de que pretenden contagiar al público es tan “peculiar”, por no decir infantil, que ahí naufragan por todas partes. En mi muy modesta opinión, deberían dejarse de figurantes, recortar los chistes ingenuos y hacer un show serio, ya que, de talento y habilidad van sobrados; todos nos meteríamos más en las canciones, habría más complicidad y menos distracción, y creo que el espectáculo sería más disfrutable.
“Rómpelo”, “Me va a faltar el aire”, “Fundido a negro”, “Traspasa mi piel”… son temas que funcionaron muy bien y que, para ir rompiendo el hielo del festival, fueron efectivos y vigorizantes. Matías y Carlos tocan sus guitarras a las mil maravillas; Ángel, como siempre por las nubes con su voz, es un muy buen cantante, y la base que soportan Martí, Pedro y David está más que garantizada para dar colosales shows, así es que ya podemos dar el festival por inaugurado como se merece. Por cierto: ¡se echó de menos “La Mujer del Espejo”!
HELLSINGLAND UNDERGROUND
Los creadores del “rock nórdico” volvían a su amada España tras su paso por algunas ciudades a principio de año. El de Calella fue el último show de su guitarrista desde hace más de una década, Mats Olsson, que busca nuevos campos de acción. No es pop ni es rock; no es country ni mucho menos metal. Tampoco es blues, ni soul… Es una experiencia para los sentidos; una mezcla de impresiones que sorprenden y que te van atrapando poco a poco. Canciones delicadas, llenas de matices, de dúos de guitarras dobladas a lo LIZZY, de melodías de inspiración folk, pero siempre con un toque indudablemente rockero. Y todo ello les han forjado una legión de seguidores muy fieles en nuestro país que no podía-n (-mos) faltar a la única fecha que la banda daba este otoño en Calella… y allí estuvimos.
Como siempre, era lo esperado, la calidad de los músicos suecos, bajo la batuta de Charlie Granberg, estuvo más que presente a lo largo de su hora y media de show: grandes temas como “Dizzy Jonsson and The Rovers”, coreada hasta la saciedad por el público, “They All Grew Old While I Grew Young”, “You Saved Me”, “Evil Will Prevail”, “Earth’s Gonna Shake”, “No Regrets”, “Northern Country Boy”… sonaron algo exageradas de volumen para el sonido más bien limpio que requieren, siempre, claro está, en mi opinión… pero contrastada con muchos fans que echaron de menos escuchar el buen concierto que dieron HELLSINGLAND con más definición, con un ambiente sónico más cristalino. En lo personal, tuvimos tiempo de intercambiar palabras, fotos y alguna caña con la banda (¡hasta con la familia!) y volvimos a confirmar que son unos tíos formidables, cercanos, grandes amigos ya.
LORDI
Siendo tal vez la banda que menos “pegaba” en la noche del viernes y con la “forma de ser” del festival, los finlandeses siempre irán asociados a su paso por Eurovisión de 2006, el año en que lo ganaron con “Hard Rock Hallelujah”, tema que, por cierto, cerró su paso por el Calella. Batería insistente, teclados que a veces sonaban algo deslavazados, solos por doquier y temas nuevos procedentes de su último larga dureción “Sexorcism” ocuparon la hora y media de show que los de Rovaniemi descargaron en la ciudad barcelonesa en su gira de presentación que han dado en llamar «Sextourcism».
Con sus nuevos y espectaculares trajes, que siempre presentan un día antes de la salida de sus trabajos, no faltaron, por supuesto, los grandes éxitos de los de Mr. Lordi (diseñador de esos trajes junto con su esposa), como “Would You Love a Monsterman?”, “It Snows In Hell”, “Devil is a Loser”, “Missing Miss Charlene” o “Yours Tongue’s Got the Cat”. A destacar que fueron la única banda que salió con telón propio, tapando el que usaron todas, el “oficial” del festival. Seguro que, a pesar de algunas evidentes desafinaciones del Míster cantante y un show que dio la impresión de estar cogido por los pelos, por las evidentes limitaciones de la sala, los fans irredentos salieron más que satisfechos de la buena ristra de temas de los fineses que, con diferencia, fueron lo más metalero del festival.
NASHVILLE PUSSY
Un torbellino, una apisonadora, no hacen prisioneros… y encima amables y pacientes con los pelmas que nos acercamos a saludar o a sacarnos fotos, la banda del reverendo Blaine Cartwright y esposa nos pasó por encima volándonos la cabeza como tienen por costumbre. No faltaron los clásicos en escena: la botella de Jack Daniels, la canadiense Ruyter por los suelos pegando guitarrazos o libando del elixir de Tennessee, Blaine bebiendo de su sombrero… Y todo ello aderezado con el más salvaje rock and roll que presenciamos este año.
No podemos decir que los de Atlanta sean unos virtuosos ni que desprendan una clase exquisita… ni falta que les hace. Con su actitud suplen de sobra cualquier carencia y nos dan cera de la buena en cada concierto. Vinieron presentando su nuevo disco “Pleased to Eat You” que es un muy buen trabajo para quien esto firma, y dieron buena cuenta de algunos de sus temas , como “She Keeps Me Coming And I Keep Going Back”, y de los éxitos de siempre que todo aficionado deseamos escuchar, incluso de temas de hace más de dieciocho años.
Así, fueron cayendo sin piedad “Piece of Ass”, “Go Home and Die”, «We Want a War» y su “himno”, que no puede faltar: “Go, Muterfucker, Go”, que desató la locura del personal. Al final, tal dosis de adrenalina les dejó exhaustos a ellos (A Blaine se le veía cansado) y extasiados a los que les observábamos debajo del escenario.
Y de este modo concluía el primer día de conciertos, de esta forma tan eléctrica y con un subidón de actitud con el que nos íbamos “espídicos” a descansar. Todo un acierto cerrar la jornada con la banda de Blaine y Ruyter, sin olvidarnos de Bonnie Buitrago al bajo (de sangre colombiana) y Ben Thomas a los parches, que fueron un colchón perfecto para los acordes y solos de “los jefes”.
SÁBADO 13 DE OCTUBRE
ROCKING HORSE
La representación catalana del festival estaba formada por esta banda liderada a las voces por Paquito «Sex Machine» (de la FUNDACIÓN TONY MANERO) y a las guitarras por David Muñoz, «Gnaposs» (de JARABE DE PALO). Ellos fueron los encargados de calentar al personal con su hard rock y su groove metal. Canciones de su anterior disco, algunas del nuevo “El Cielo es el Infierno”, así como versiones (“Highway Star” de los PURPLE) pusieron las pilas a los que a se iban acercando a la sala, esta vez en mayor número que el viernes, para lo que sería la mejor tarde de esta edición.
ELECTRIC BOYS
Había mucha expectación para ver el estado de forma de una banda que lleva treinta años rockeando: los suecos salieron al escenario con un Conny Bloom (que también tocara con HANOI ROCKS junto con su bajista Andy Christell) totalmente enchufado, y con una banda que le secundaba de manera excepcional. Se les veía hambrientos de dejar una buena impresión de su paso por el Calella y a fe que lo lograron plenamente.
Se les notó bien engrasados, seguros, con complicidad y con los temas bien ensayados… y eso se agradece. Por supuesto que sonaron canciones de toda la vida, como “Rags ‘n’ Riches” o “All Hips ‘n’ Lips”, que contó con la colaboración de un Charlie Granberg al que vimos “funkear” un rato haciendo un temilla que no es que cuadre con su estilo musical… pero estuvo gracioso ver a dos rockeros suecos en armonía y hermandad, jeje.
MIKE FARRIS
De otro planeta. Este podría ser el resumen del descomunal bolazo con que nos obsequió el otrora cantante de los SCREAMIN’ CHEETAH WILLIES, de quienes recuperó canciones, cosa que no hacía tiempo ha. En una forma envidiable, con su voz aguda pero dulce a la vez, salió desde un primer momento con una fuerza con la que no le habíamos visto en ocasiones anteriores, como si fuera consciente de que estaba en un festival de rock y tenía que convencer a la audiencia a base de guitarrazos en armonía con su voz. Y buena culpa de ello la tuvo también su guitarra solista en esta ocasión: su nombre es Philip Shouse, y le avala haber tocado con dos “donnadies” del rock, los miembros de KISS Gene Simmons y Ace Frehley. El paisano del jefe se nos reveló como su contrapeso perfecto, aportando caña donde era preciso y finura y delicadeza donde se necesitaba.
Presentaba FARRIS su último disco “Silver & Stone” del que sonaron varios temas con mucha más fuerza y garra de las que escuchamos en estudio. Nos había adelantado que la gira española iba a ser especial. Sabíamos que iba a hacer un homenaje al gran TOM PETTY, pero no a qué nivel iba a brillar el de Nashville con los temas del de Florida. Sabíamos también que nos ofrecería canciones de su anterior banda, pero no hasta qué punto iba a emocionar al personal, elevando el clímax a niveles estratosféricos y sacando alguna que otra lagrimilla a más de uno. Todo un lujo tener delante a un músico así un sábado noche, con ese pedazo de banda y esa clase para dar y tomar.
THE BELLRAYS
Aunque no fue la noche de Lisa Kekaula, a la que vimos algo enfadada con el mundo, vaya usted a saber por qué, lo cierto es que los punk-rockeros de Riverside, California, fueron un perfecto cierre para un grandioso evento. Os tengo que confesar que esto del punk-rock no es -ni ha sido- lo mío en ningún momento de mi dilatada vida musical… pero “mirusté” por dónde, nada más comenzar el bolo me empezó a molar la combinación de ese estilo con un toque soul, incluso blues; me sorprendieron las melodías con coros presentes en casi todos los temas. Escuchaba a los RAMONES y a ARETHA; a SHEMEKIA y a NIKKI HILL todos juntos, y la experiencia fue muy placentera. Como dicen en su página, aquello era rock, pero no rock; soul… pero tampoco; punk, pero menos.
Con temas cantados, además, por el marido de Lisa, el guitarra de la banda Bob Vennum, y hasta por el bajista, Bernard Yin, pasando el matrimonio a la tarea de coristas, vimos un bolo divertido, dinámico, dicharachero… que hasta se me hizo corto. Un cierre de lujo para un festival estupendo al que quien esto escribe asistía por primera vez y ya tiene ganas de volver.
Quiero recalcar, finalmente, el tema de los precios de la bebida y de la comida (aunque escasa, suficiente), que harían enrojecer a otros festivales donde un mini, katxi o como le llaméis en vuestra zona, puede valer el doble que en el Calella. También con precios estupendos como éstos, se hace afición y se alistan devotos a un festival.
Aquí uno que han ganado “pa siempre” y que, orgulloso, grita a pulmón: ¡¡¡“Larga vida al Calella Rockfest”!!!
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Texto: Manuel Martínez Ferrándiz
Fotos: Emilio Pastor